SOBRE LA PSICOGEOGRAFÍA DEL AHÍ

Ahí, ese «deíctico tan pleno de resonancias», dice Jorge Riechmann: contingencia radical, materialismo, inmanencia, algo que nunca se puede poner en una tumba. Ahí, eso que según Santiago Alba Rico «demuestra que no estamos solos en el espacio, que fuera de nuestra voluntad y de nuestras ideas, al margen de y a veces contra ellas, los límites existen». Ahí, el «dominio de lo indeterminado» para Eugenio Castro, que «abruma todo itinerario trazado», porque «ir ahí es el todo». Ahí es el carpe diem en el sentido original de Horacio. Ahí es al mismo tiempo lo más general, pues puede contener cualquier cosa, pero también lo más específico, porque señala efectivamente a eso que comparece exclusivamente ahora.

La psicogeografía del ahí es un intento de ajustar los juegos de los situacionistas y los surrealistas con el espacio cotidiano a la luchas posibles en el Antropoceno, esto es, en una sociedad en la que la victoria antropológica neoliberal nos arroja hacia el desastre ecológico.

La lujosa pobreza, o vivir mejor con menos según el viejo eslogan ecologista, será en el siglo XXI un experimento cultural de cuyo éxito dependerá que podamos llevar existencias habitables en sociedades justas. Son muchas las tareas pendientes de la lujosa pobreza. La psicogeografía del ahí intenta hacer un aporte humilde a un aspecto muy concreto, el del viaje turístico y su necesaria transformación en otra cosa, ecológicamente viable y pasionalmente superior. Lo hace bajo la premisa de que la lujosa pobreza no se trata tanto de reclamarla, sino que toca demostrarla.

Ayudar a cortocircuitar nuestra sed de exotismos lejanos, sin la cual no funcionaría la industria turística, volviendo exótico lo próximo. Mezclar el Formulario para un nuevo urbanismo de Gilles Ivain, y su impulso visionario en pos de ciudades productoras de situaciones y aventuras, con la obra poética de Jorge Riechmann, cuando afirma «el mundo está lleno de tesoros escondidos. Cada parcela del mundo y cada instante del tiempo, incluso lo que nos parecen insignificantes, yermos». Con plena aceptación del papel extremadamente modesto que cualquier actividad cultural tiene en el cambio social, cuyos impulsos fundamentales son de otra naturaleza, esta es la contribución que la psicogeografía del ahí quisiera hacer.

La psicogeografía del ahí no deja de ser un modo sencillo de jugar a ese gran juego que sigue siendo el mismo gran juego que los communards parisinos llamaron lujo comunal. Este web es una pequeña invitación a reconquistar nuestra soberanía poética y simbólica derrochándola sobre los rincones y los sitios en los que nuestra vida transcurre. Lo hace a través de fórmulas plurales, levantando un testimonio que aspira a ser tendencialmente coral. Y aunque no se rechazarán experiencias de viaje, porque la sostenibilidad no implica en ningún caso dejar de viajar, sino hacerlo de un modo mucho más selectivo, sí que se priorizará lo cercano. Viajar unos días en la vida a París, Nueva York o Patagonia puede ser tremendo. Si aprendemos a hacerlo de un modo menos compulsivo, más extraordinario, y con costos ecológicos y sociales menores, no tenemos porqué renunciar a ello. Pero “viajar” toda una vida por la ciudad en la que has nacido o en la que vives también es una experiencia potencialmente tremenda. Y seguramente mucho más fértil. Este es la premisa fundamental que comparten los materiales que se reúnen en este archivo.

Porque la psicogeografía del ahí permite que nuestros rincones y nuestros sitios, y estas vidas que transcurren en ellos, sean un poco menos usables, un poco menos desechables. Y un poco más intransigentes en su deber sagrado: pertenecerse. Para así ayudarnos a transformar el mundo, cambiar la vida y autocontenernos dentro de los límites planetarios sin olvidar la regla de oro: los aliados son millones, y juntos podemos fundar la patria de lo maravilloso y jurar su bandera.

Emilio Santiago Muíño. Móstoles. Septiembre del 2022